Una escuela de Santa Fe generó un "bono" por su baja huella de carbono
Esta herramienta se creó a partir de las emisiones evitadas por la comunidad escolar. Ahora se transformó en un activo económico para que los alumnos sigan incentivados a desarrollar acciones ambientales.
Son adolescentes entusiasmados con el cuidado del ambiente. Asisten a una secundaria de la ciudad de Santa Fe que cuenta con un patio de árboles frondosos, una huerta en la que los alumnos cultivan vegetales y una comunidad educativa que devuelve los envases plásticos a la cantina para su reutilización. Una investigación escolar culminó, nada más y nada menos, con haber generado un “bono de compensación de emisiones de carbono”, una herramienta innovadora contra el cambio climático.
“Somos la primera escuela del país en conseguir este bono”, aseguraron los alumnos de 3er año de la escuela secundaria del Complejo Educativo “Alberto Monti”, ubicada en Valentín Alsina 8250. Así también lo confirmaron públicamente desde el gobierno de la provincia, dado que fue el Ministerio de Ambiente y Cambio Climático el organismo encargado de auditar la huella de carbono y certificar sus resultados.
Cada bono tiene un valor de 44 ó 45 dólares y puede ser adquirido por organizaciones o empresas que quieran compensar los impactos ambientales de sus actividades económicas. La escuela generó un total de 112 bonos que, a valor de mercado, les permitirá recaudar hasta 5.000 dólares para la institución por esta iniciativa.
“Iniciamos el proyecto en mayo, en el marco de una postulación que hicimos a un premio a la innovación educativa de la Fundación Grupo Petersen, que tenía como temática el cambio climático”, comenzó contando Noelia Carrizo, profesora de Economía en el Complejo Monti.
Una de las condiciones que estableció el premio era desarrollar la metodología ABP (aprendizaje basado en proyectos). “Esto implica reestructurar la forma de enseñanza en las escuelas, trabajar más interdisciplinariamente con lo que llaman ‘actividades auténticas’, es decir, que las acciones propuestas tengan relación con los estudiantes y su contexto. Así que, con los alumnos de 3ro, a los que sumamos los de 1ro y 2do año, empezamos a explorar sobre el cambio climático, arrancando primero por lo conceptual y teórico, y luego decidiendo sobre qué tema íbamos a profundizar”, explicó la docente.
El proyecto se llama “Bono Amparo” en homenaje a la fundadora de la Asociación Mutual de Pensionados Sociales Ley 5110 (Amparo Ávalos), de quien depende este complejo educativo, cuyo nivel secundario tiene apenas 6 años de creado. Sus alumnos provienen mayormente de los barrios Liceo Norte (donde está enclavada la escuela, detrás del Hospital Sayago), pero también de Estanislao López, Los Ángeles, Santa Rita, Cabaña Leiva, Los Troncos. “Nuestra escuela tiene un perfil mutualista y cooperativista, con énfasis en lo social”, dijo Carrizo.
Huella de carbono
Para el trabajo, lo primero que hicieron los estudiantes fue comenzar a pensar en la contaminación desde la propia escuela y su contexto. “Averiguamos cuáles eran los núcleos más contaminantes y estos tenían que ver con la energía, residuos, con lo textil. De ahí empezamos a trabajar y a construir un panel de control para medir la huella de carbono de la escuela. Queríamos saber cuál era nuestro impacto en la contaminación”, explicó la profesora.
Los bonos de carbono son un mecanismo de lucha contra el cambio climático propuesto inicialmente en el Protocolo de Kyoto en 1997. Estos representan la remoción de una tonelada de dióxido de carbono (tnCO2eq) de la atmósfera terrestre.
La huella de carbono del argentino promedio es de 5,71 toneladas de CO2 por año. El Complejo Monti logra un total de ahorro de emisiones de 112.000 Kg CO2 eq/año, de acuerdo al resultado obtenido de la auditoría del Ministerio de Ambiente y Cambio Climático de la provincia. “Nosotros descubrimos, con ayuda de ingenieros de la UTN y de Franco Blatter, subsecretario de Tecnologías para la Sostenibilidad de la provincia, que nuestra escuela contamina menos que un argentino promedio”, aseguró la profesora.
¿Cómo logran este ahorro?
Ulises, Conrado, Morelia, Dylan, Miguel, Morena y Evelyn explicaron a El Litoral -en representación de todo el curso de 3er año- cuáles fueron las acciones implementadas para la creación de este bono de carbono. Las mismas incluyeron la plantación de árboles, la huerta escolar, las elecciones de alimentos sin residuos plásticos, el traslado a pie o en bicicleta a la escuela, la reutilización de los uniformes, el cuidado del agua, el bajo consumo de energía.
“Una de las actividades que hicimos fue detectar los microbasurales que hay alrededor de la escuela y buscar qué había tirado ahí para conocer más sobre la contaminación en el barrio; e hicimos un mapa con eso”, contaron los estudiantes. También armaron un “ropero escolar” para reciclar las chombas del uniforme: “Algunos compañeros necesitaban chombas, y había otros que las dejaron de usar y podían arreglarse para que otros chicos las usen”.
Otra acción fue una plantación de 30 árboles en el terreno de la Cooperativa Qom Alphi, frente al relleno sanitario de Santa Fe, donde más de 70 artesanas de la Comunidades Qom de las Lomas y Santo Domingo construyen su sede social para elaborar sus productos como cestos tejidos con hoja de palma.
Una vez que encontraron el rumbo de la investigación, se metieron de lleno con el bono de compensación. “Empezamos a buscar soluciones para reducir todo lo que contamina en la escuela”, comentaron. Una de ellas fue proponer a la cantina escolar la devolución de los envases plásticos donde viene la ensalada de fruta para su reutilización. “Al devolverlos, nos dan 50 pesos; los envases se lavan y vuelven a usar”, señalaron. De esta manera, se eliminaron los plásticos de un solo uso de la cantina, donde más de 500 viandas diarias eran empaquetadas, y con esto ahorraron 12.000 KgCO2/año.
El rubro “movilidad” es el más eficiente porque la mayoría del alumnado va caminando o en bici a la escuela y no produce emisiones. “500 viajes diarios en bicicleta, 2000 metros promedio cada viaje, 2 viajes diarios durante 180 días de clases nos dan un ahorro de 60.000 Kg CO2/año, respecto a escuelas tradicionales donde los estudiantes viajan en auto personal o transporte escolar”, señala el informe del ministerio provincial.
“Cuando nuestros estudiantes participan en actividades prácticas de educación ambiental, esto se traduce en una sociedad más consciente y comprometida con la protección del planeta”, reflexionó Carrizo.
Búsqueda de “compradores”
Ahora, los estudiantes están en la etapa de ofrecer a empresas y organizaciones los bonos de compensación ambiental generados por la comunidad escolar. “Con lo que recaudemos, tenemos pensado poner focos led en las aulas, que disminuyen la electricidad en un 20%; en los baños poner las canillas que cortan automáticamente y las lámparas con sensor de movimiento para que no quede la luz encendida. También potenciar la plantación de árboles y ampliar la huerta”, proyectaron los chicos
Fuente: Mariela Goy. Diario El Litoral (Provincia de Santa Fe)